Mouna Oulad Belhaj
Belle Époque es una película española dirigida por Fernando Trueba. Es la segunda producción española galardonada con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa y 9 premios Goya de la Academia de la Artes y Ciéncias cinematográficas de España, siendo una de las películas españolas más premiadas. Es una película coral, llena de ingenio y enmarcada en una época, que a pesar del título, no es la Belle Époque, sino los días previos y posteriores a la proclamación de la Segunda República Española.
Belle Epoque trata del deseo, de la dificultad de elegir, de por qué hay que elegir a una mujer y perderse a todas las demás. Y coloca a la amistad, al deseo, al sexo, por encima del amor.
Ficha artística:
Penélope Cruz (Luz), Gabino Diego (Juanito), Fernando Fernán Gómez (Manolo), Míriam Díaz-Aroca (Clara), Ariadna Gil (Violeta), Agustín González (Don Luis), Jorge Sanz (Fernando), Maribel Verdú (Rocío), Michel Galabru (Danglard), Chus Lampreave (Doña Asun), Mary Carmen Ramírez (Amalia), Juan José Otegui (Soldado), Jesús Bonilla (Soldado), María Galiana (Apolonia), Joan Potau (Paco), Félix Cubero (Palomo), Marciano de la Fuente (Alcalde), José Antonio Sacristán (Rorro), Manuel Huete, Luis Zagalo, Adelina Andrade, Joao Salaviza, Bernardino Nascimento, François Venturini, Miguel Pyrrait, Joaquín Raposo, Luis Romero, José Graniza, Fernando Sequiera, Eduardo Marqués.
Argumento:
La película transcurre en una pequeña localidad española durante el verano de 1931 , en vísperas de proclamarse la II República.
Durante los últimos meses de la monarquía, después de la fracasada sublevación de Jaca, el joven soldado Fernando deserta del ejército. En su huida es acogido por Manolo, un artista, que vive aislado de la realidad que golpea España y que le ofrece su ayuda, su casa y su amistad. La llegada de las cuatro preciosas hijas del artista hará que el joven desertor se embarque en una aventura. En terreno tan propicio, Fernando descubrirá pronto los placeres terrenales pero, también, lo pasajera que acostumbra a ser la felicidad, el joven enamora, y se enamora, sucesivamente de las cuatro chicas, teniendo relaciones sexuales ocacionales con tres de ellas; Clara,Violeta y Rocío, las mayores. Luz, la hija menor, está enamorada de Fernando con el que al final de la película formaliza la relación hasta contraer matrimonio.
Producción:
Belle Epoque nació en un restaurante madrileño donde Fernando Trueba,
Rafael Azcona y José Luis García Sánchez se reúnen desde 1990 alrededor
de unas comidas semanales en las que, además de reír y cultivar la
amistad, charlan sobre sus proyectos cinematográficos. En ese ambiente,
estas tres personalidades del cine español fueron gestando Belle Epoque.
Quizá la alegría de vivir que respira la película le deba algo a ese
restaurante.
Como El año de las luces (1986), Belle Epoque es una película de época
que remite, lejanamente y como pretexto, a la biografía de su director.
Fernando Trueba, en su juventud, trabó amistad con un hombre mucho mayor
que él, Manolo Huete, un ser sabio, libre y tolerante que marcaría
decisivamente su vida. Huete era el padre de cuatro hijas con una de las
cuales, Cristina, Trueba contrajo matrimonio. El año de las luces se
inspiraba en un episodio de la vida de Manolo Huete, cuya peripecia
sirvió de base para narrar el despertar sexual y vital de un adolescente
en la siniestra posguerra española. Y Belle Epoque cuenta la historia
de amistad de un joven con un hombre mayor sabio, libre y tolerante
(llamados, no por casualidad, Fernando y Manolo), con una de cuyas
cuatro hijas el protagonista se termina casando.
Fernando Trueba ha definido su película como "un estado de ánimo". Antes
de escribir el guión, les mostró a Azcona y García Sánchez "Une partie
de campagne" (1936), el clásico de Jean Renoir. Trueba quería
transmitirles el tono, el clima, el aroma que deseaba para Belle Epoque,
"esas cosas indefinibles, imposibles de medir, que son las más
interesantes de una película". Por encima de esa referencia, algunos de
los rasgos del cine de Renoir no son extraños a Belle Epoque: el amor a
la vida, la sensación de libertad, la exaltación de los sentidos o la
influencia del paisaje y la naturaleza en los sentimientos. Como los
personajes de "Une partie de campagne" o "La regla del juego", los de
Belle Epoque huyen de la ciudad en busca de un ambiente más puro y
salvaje, casi bucólico, en el que, en contacto con la naturaleza, quedan
abolidas ciertas normas y prejuicios, donde afloran los instintos. Con
La regla del juego aún se pueden forzar otras afinidades: los enredos
amorosos como motor de la historia, el desasosiego y las dudas de los
personajes ante la necesidad de elegir, la tolerancia entre personajes
enfrentados por sus amores, los continuos cambios de tono o las
sorpresas de la trama que incluyen una tragedia hacia el final.
Que Belle Epoque esté ambientada en los meses previos a la proclamación
de la Segunda República española, el 14 de abril de 1931, no es una
circunstancia casual. Resulta sencillo establecer un claro paralelismo
entre la historia narrada en Belle Epoque y la propia historia de España
de ese periodo. La República también representó una promesa de paraíso
que pronto se desvaneció. Belle Epoque retrata ese momento fugaz de
ilusión, esa luz que alumbró un brevísimo episodio de la vida de España,
una luz fatalmente condenada. "Por eso se adecuaba ambientar la
película en esa época, no porque nosotros quisiéramos que esta historia
fuera una parábola o metáfora de lo otro, aunque, desde luego, la
similitud de esos dos momentos hacía que fuera el contexto ideal". Para
filmar Belle Epoque, Trueba eligió una zona cercana a Lisboa. Era más
barato que rodar en España, pero esa no fue la única razón: "Tengo la
sensación de que en Portugal hay algo que se parece más al pasado;
España está más cambiada. A la vez, pretendía escapar de una España
tópica y Portugal me permitía un punto de fantasía que me atraía, no
quería hacer una película de boina; quise huir de la estepa castellana y
situar la acción en un lugar idílico que no se identificara con ninguna
región española. Es una España inventada, imaginada".
El rodaje se desarrolló entre el 5 de julio y el 26 de agosto de 1992 en
varios pueblos portugueses cercanos a Lisboa. La casa y el pueblo de la
película están situados en Arruda dos Vinhos, la estación en Ríos, la
iglesia en Sobral de Monte Agraço y el río en Azambuja. El clima que
reinó en el rodaje impregnó el de la propia película. En realidad fue
una fiesta y los recuerdos que Trueba conserva son inmejorables: "Nunca
antes había conseguido esa especie de magia, esa sensación que te hace
pensar que todo el mundo está haciendo la misma película".
Trueba sostiene que "la actitud que yo pueda tener hacia la vida y hacia
las personas, si es que tengo alguna, está más cerca de esta película
que de ninguna otra". Entre otras cosas, tal vez se refiera a que Belle
Epoque es la película que de manera más abierta gira alrededor de una de
sus mayores inquietudes. Es lo que él llama "el tema central de la
existencia", la idea de que el hombre ama a todas las mujeres y, sin
embargo, se ve obligado a elegir a una entre todas: "Belle Epoque trata
de cosas muy simples y elementales de la vida. Es la historia de un
hombre que está enamorado de todas las mujeres del mundo. Que para mi es
la historia de todos los hombres, el asunto más importante de la
existencia humana. Belle Epoque trata del deseo, de la dificultad de
elegir, de por qué hay que elegir a una mujer y perderse a todas las
demás. Y coloca a la amistad, al deseo, al sexo, por encima del amor.
Truffaut hizo su manifiesto sentimental con El hombre que amaba a las
mujeres: un hombre que vive y muere por amarlas a todas. Por desearlas, a
cada una de manera distinta Y ese es el problema central de la
existencia, donde radica la infelicidad. De ahí han venido todo,
guerras, violaciones, suicidios, depresiones. De cómo a uno le gustaría
tener toda la felicidad y ha de conformarse con una parte o con nada.
Ese es el tema central. El dilema es que nunca se consigue. Y entonces
inventamos la pareja que, como dice Azcona, se ha inventado porque no se
ha descubierto nada mejor y menos doloroso. Quizá es que el ser humano
no es muy fuerte. El miedo a la soledad ha llevado a este invento. Pero
no creo que nadie en su sano juicio pueda defender la monogamia". Detrás
de esa preocupación Trueba insinúa una cierta nostalgia del estado
salvaje: "En esa búsqueda tan loca de la felicidad, creo que está el
deseo secreto de la vuelta al Paraíso, a la barbarie, a algún sitio".
Belle Epoque arranca con la muerte de los dos guardias civiles y
concluye después del suicidio del cura y de la boda, el símbolo de la
claudicación de Fernando, el fin del sueño que ha acariciado a lo largo
de la película. Esas dos secuencias funcionan como dos rupturas
dramáticas que marcan el paréntesis idílico que vive el protagonista. Si
la película comienza con un prólogo trágico matizado por el humor
negro, concluye con un epílogo que acumula una triple tragedia (el
suicidio del cura, la renuncia de Fernando, la soledad de Manolo) donde
no hay lugar para el humor. No es, precisamente, un final feliz. El
plano de Manolo alejándose solo en la tartana después de despedir a Luz y
Fernando aparece teñido de melancolía, de una intensa tristeza, un
extraño cierre para una comedia aparentemente optimista. Al referirse a
Belle Epoque, a Trueba le gusta citar un verso de una canción de
Vinicius de Moraes: "La tristeza no tiene fin; la felicidad, sí". Tal
vez porque considera que la vida es una película mal montada.
Crítica:
Cada vez que la película se estrenaba en un país gustaba, divertía y fascinaba a la crítica, un ejemplo es el artículo que se publicó en la Vanguardia el 12 de diciembre del 1992 por José Luis Guarner:
"Es obligado añasdir que su triunfo es el triunfo de un feliz
conjunción de elementos excelentes: un guion bien construido, unos
diálogos inusitadamente inventivos e intencionados, un grupo de
intérpretes perfectos del primero al último —con Fernando Fernán Gómez
en uno de los mejores personajes de su carrera—, una iluminación y una
ambientación de primera categoría. Gracias a todos ellos esta historia
del pasado resulta vivida presente, la celebración gozosa y melancólica a
un tiempo de la joie de vivre de una España que pudo ser y no fue."
—José Luis Guarner, "La Vanguardia", 12-dic-1992
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